lunes, 9 de mayo de 2011

Nada

Hoy siento que la vida me pasa por encima. Que soy una persona con cáncer, viendo día a día como se deteriora su salud, sabiendo que no puede hacer nada, que es lo inevitable. Mañana será peor, pasado... tal vez ya no habrá pasado mañana, quién sabe. Entonces, hago lo que cualquier mortal, hago lo que el patriarca Job: miro hacia atrás para buscar las causas de tanta calamidad.
¿Por qué somos así? ¿Por qué pensamos siempre que nos va mal porque fuimos malos en algo? ¿No podemos pensar que la vida es la vida, y suceden cosas buenas y malas? Claro, si yo tengo un olmo, no puedo esperar que me dé peras, ni tampoco puedo esperar que, si planto perejil, saldrán rosas.
¡Tantas cosas me vienen a la mente! Se cosecha lo que se siembra, es cierto. Pero, también es cierto que, si hacemos siempre las mismas cosas, tendremos siempre los mismos resultados, para bien o para mal.
Entonces, llego a esta conclusión: trata de vivir la vida de acuerdo a tu conciencia, a la que has de alimentar de cosas buenas para que te motive a actuar siempre bien. Aun así, no dependerá de ti en un ciento por ciento el resultado que obtengas, porque están los factores externos, los sucesos imprevistos, todas esas cosas que hacen que dos más dos no sea cuatro. Como en un cruce de semáforos, ¿viste? Se supone que si esperas la verde para cruzar, estarás a salvo de un accidente. Pero muchas veces esperas la verde y, quien tenía verde, cruza en amarillo o ya en rojo, y no vale de nada tu buena intención... hay colisión.
Eso me lleva a otra reflexión: la vida es un montón de cruces de semáforos alocados, faltos de sincronización.
No sé qué me espera mañana, pero no logro sentir miedo de ello, ni siquiera ansiedad. Tengo miedo de esta muerte interna que me ha invadido, que hace que todo pase frente a mí como una novela, como la vida de otro. ¿Será que vi muchas novelas en mi vida? ¿O será que  la vida es una novela y yo ya me siento un personaje más, a estas alturas? Tal vez, interiormente, creo que soy un personaje y que luego, al final de la obra, todos me aplaudirán y me sentiré satisfecha, y luego a otra cosa, a otra obra.
En fin, ha sido un día difícil, pero enfrentado con claridad... creo que con demasiada claridad, casi sin sentimientos, como sabiendo de antemano todo lo que ocurriría, como un espectador mirando una obra... Esa soy yo hoy... y eso es a lo que le temo.

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